Son los primeros rayos del naciente sol
luces reflejando el campo yelmo de vida
pero solo a la vista, en su interior, germinan
sueños de millones de humanas almas.
Corazones viviendo con delicia el amor.
Son las primeras, blancos sus pétalos,
margaritas risueñas de esperanza, buscadoras
del sésamo de las medias naranjas.
El amarillo resplandece como el astro
en el centro, carne de pasión.
Las segundas, entre el verde esmeralda
encienden los ánimos de rojo intenso,
del fuego al calor del entusiasmo
llegan los olvidos del invierno
intensidad y latidos en el pecho.
Todo el campo enardece, floreciendo los sentidos
y las blancas, tan sedosas como el amor,
pacientes como la espera, pendencieras del capricho
adormideras de pasiones, voladoras de otras imaginaciones…
Las azules de color prohibido, retratan los océanos
mares de almas y consuelos, desapegos a la par
del amarillo cuando aparece y trae sus celos.
Tantos son sus colores como placeres
pétalos que hablan en la inmensidad del horizonte
arco iris a mano de quien busca en la brisa del aire
el perfume y brasa de amores descarnados
de la más amable de las flores.
Amapolas al amparo del cielo, luceros en acción,
crepúsculo en la sangre, amapolas de mi amor.
Corta es su vida, pero resueltas a renacer
disfrutar de los placeres, al son del aire
al capricho del alba, a las luces del amanecer
tierna parece y no lo es, sedienta de contacto
del te dulce o amargo según el momento
seductora de gloria del instante sin más pedir…
que ser fiel a sus principios, intensa y feliz.