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El Duque del Altozano

Si os place leer El Duque del Altozano

¡Bienvenida sea vuestra merced por estos lares!

Aquí habéis llegado porque os han recomendado o bien vuestra intuición no os fallado. Sabed que de momento rendiros las espalda debo con buen fin, eso espero, que siendo hoy lo que en la ilustración se ve, antes fui guerrero que perdiz, ¡vive Dios que sí!, pero…, el que todo lo ve, por las honras me ha dado resucitando mi cuerpo en este disfraz tan inesperado. Mirlo blanco soy, tal como fui en otros tiempos, pero humano. Hoy en algunas venturas y desventuras, el de antes y en otras, en lo que en esta época representa la cruel realidad que nos atañe en éste XXI de los siglos.

No obstante, historia tenéis entre la tinta de este cálamo fehaciente y correcta, ¡como ha de ser!, también la influencia de la excelencia que en mi mano dejó la lectura de los clásicos de antaño. Y recordad, la vida con humor, se vive mejor, de manera que en vuestro honor os brindo excelsas medicinas, carcajadas y risas finas.

Si en papel lo deseáis…,dos opciones tenéis, la primera recurrir a mi correo electrónico fcotta63@gmail.com  y os llegará con dedicatoria personalizada, ¡faltaría más! Siendo dama o doncella con la picardía que todo lo dice y nada parece, y cuando fuere doncel el lector, con honra y pundonor.

La segunda en Amazon la tenéis o en cualquier librería que haga los honores de ponerse en contacto con el autor a través de el E-Mail

Si por lo contrario en formato electrónico lo queréis, en Amazon lo veréis.

A vuestros pies, mi espalda y ala ancha.

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Consejos de El Duque del Altozano

Aquí comienzan los consejos para cortejar y lidiar de todo un mirlo blanco, el Duque del Altozano. Si os urge la prisa, podéis recurrir a mis memorias.

Bienvenidas sean sus señorías, damas, caballeros, doncellas, donceles, picarones o filibusteros:

Resucitado me han por Divina orden para así pagar los pecados que en otra vida hice, pues no había doncella o dama que en éste corazón no tuviera espacio, ¡así pasó! Entre guerras y batallas a sangre en manos llenas, tiempo siempre tuve para curar el amor de alguna señora o señorita, no por mi…, ¡sino por nos!, pues de saber es, que una mujer enamorada jamás añora otra almohada que no fuere la suya.

Tiempos complicados aquellos en los que los hidalgos y nobles defendían las Españas muchos meses e incluso años sin aparecer y ellas…, sedientas del calor humano, ¡y claro!…, viendo la pena en sus hermosos ojos y la cicatriz en los labios, este que narra la historia nada podía hacer, pues por delante estaba devolver la sonrisa que tanto les faltaba.

Sabed que mal hice, pero no por jorobar, sino por dar la felicidad añorada. Ahora que en bicho me han resucitado en el siglo XXI de nuestro Señor, en Alcorcón, tierras colindantes a las que crio al Gran Don Juan de Austria, me hallo cumpliendo condena como ave de paso. Así pues escuchad mis sabios consejos sobre cortejos de amor, pero no caigáis en la misma sinrazón que se apropió de mi calzón, todo lo contrario, será para mi un honor, me place ayudar a quien necesitado estuviere, ¡sea ella o él!, para que la historia no se repita jurándose así, fidelidad y amor según la Santa Iglesia y dicho ya sea de paso, salvar mi ano del gran comendador de las tierras del averno, lugar en el que tengo una reserva si no cumplo con acervo y devoción la misión que Dios me encomendó.