Llora el silencio en el campo,
no hay pájaros a la primavera vitorendo
sino almas sin velatorio que se están marchando
dejando hueco en vida al eterno llanto.
Las golondrinas no vuelan
no hay cantores, ahora velan
gorriones, jilgueros, oropéndolas, mirlos o vencejos,
solo el negro cuervo sobrevuela con su cortejo
avisando a buitres y carroñeros
del lamento de un mundo siniestro.
Las horas se van de las manos,
como del reloj de arena sus granos
a todo ser humano.
Es la espera de un futuro incierto
desastre por falta de conocimiento
de la historia y acontecimientos.
Ruegos y lamentos se balancean al alba
en el fango de nuestros pecados
infiernos en vida y sus recados
nos traen la curia de la cizaña envalentonada
de las cuadrillas de fuego en el cuerpo
intereses del poder y su acierto.
Sueño despierto con el sol y sus rayos
llevando esperanza de abril y de mayo
la luz para la penumbra de los ahogados
en la miseria que han desatado
quienes no saben de gobierno
tan solo de juegos del infierno.
Duelen las entrañas por el estado creado,
prepotencia, ignorancia del mandatario
animales sin vista, inteligencia y olfato
para controlar las balas del destino santo
sobre el capricho de cuerpos quemados
a la brasa de ingratos y desalmados.
Visten de congoja todas las flores
el campo no es rojo amapola
sino de la sangre de los nuestros
arrebatada por los siniestros
como la marea arrastra las olas
llevándose vida y alegría sin honores.
Hoy en medio del tormento, clamo al cielo y pido
consuelo a quienes aquí quedan
en el lamento de la desesperación y del olvido
que sea benigno con los suyos y de cobijo
y al mal, jarabe de su propia calaña
hambre de su propia miseria y ponzoña
por matar a tantos en nuestra España.
“Amen”