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Pitágoras en la canícula del verano

“Pitágoras en la canícula del verano”

Catetos y más catetos en movimiento

vértices con ángulos despiertos

cual pasarela al sol pendenciero.

las hipotenusas sonríen al suelo

viven el baile del verano

sobre las aceras reflejan

el calor y sus llamas adentro

A miles sueñan con algún despierto

que calcule la brasa en su justo momento

y de por hecho que el firmamento

lo trajo como humanos regalos por estos fueros

al mejor de los teoremas de éste y otros sentimientos

para colmar el valle de los secretos

a tientas o a golpes de vara y fuego.

Matemáticas del físico y la estética

todo es un mundo perfecto

cuando la suma de los lados

encuentra el compás de la vida

en los desconocidos amoríos

y los disfruta en paz, sin miramientos.

Fueros al placer Divino hechos

del ajuste y gloria de las medidas

tribunal y pasión concebida

que aquí hay doncel y caballero

para acentuar el cálculo con acierto

y dejar a las bellas fugaces

hasta colmar el ardor de sus deseos

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En los sesos

“En los sesos”

Van y vienen piernas por todos lares

hacen honores al astro rey

a la gracia de su canícula

despiertan las flores

buscan nuevas sensaciones

emociones de gloria intensa.

Faldas cortas y mini pantalones

muestran la candidez del deseo

destacan entre el flujo de andares

en unas ocasiones

el resto, en sus sentares.

Morenas y esbeltas…,

otras según los colores

dan rienda suelta a quien aún se sorprende

al son de tantos amores.

Pero, pero, pero cuando veo…,

un vestido de faldas largas

andar de gráciles maneras

trapos sueltos al tobillo

seda al vuelo

acariciando el vals de los pétalos de rosa

orquídeas de Osiris

donde todo se sueña

nada se ve

solo es un espejismo,

ilusión al abismo de un horizonte

de cualquier parecer.

Es ahí, en las sutiles gracias

y efímeras maneras

donde se aprecia la feminidad por doquier

las pupilas se dilatan

los sentidos florecen

el pecho renace

la belleza se hace extrema

y sin poder evitarlo

allá por mis entrañas

aúllo a placer…

¡Qué estilo y clase!

¡Por el cielo Divino!

Y aparece el poeta de la vida

con tinta de repente

para plasmar en el pecho

el grito del silencio

de un Renoir de a pluma dispuesto

a dar vida a la armonía

en el borde de la imaginación

pintar colores inéditos

crear notas imposibles

para dejar escrito en un “octograma”

la excelencia de una obra perfecta

grabada a fuego en los sesos.