Hoy escribo a la esperanza,
al desengaño de mis sueños,
al llanto amargo del tupido velo.
Hoy canto a las estrellas a la fe y su bonanza.
Gotas de sangre en la almohada,
zumo que agota hasta el silencio,
lágrimas que brotan y no salen del hospicio
de castillos inauditos de una noche soñada.
Son los latidos que en mi pecho rompen
cual crujido de un árbol herido
de quien por amar, su cuerpo corrompe.
Danzad luna, marte, júpiter, danzad a mi vuelo,
dejadme salir de éste, mi entierro
para volver a sentir un árbol nuevo.