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El Clavel

“Al sonido de la mía voz…, pincha aquí”

El Clavel.

Clavel, hermoso nombre masculino,

tierno, adorable y rebuscado

para deleite de enamorados,

rojo, rosa, blanco, amarillo…, siempre femenino.

El clavel son los vuelos del flamenco,

la luna en sus adentros,

el sol…, su corazón y aliento,

es Venus, la pasión sin miramiento.

El clavel viste la mañana de azahar,

el medio día de alegría,

tarde de añoranza y compañía,

noche de roces…, a la par.

El clavel es simpatía,

un piropo al azar,

guiño a la orilla del mar,

es amor con alevosía.

El clavel, ¡ay el clavel!

dulce suena su figura,

es cuna de la hermosura,

perfecto para acabar con él.

Y si el clavel me lo pidiera,

le daría un trozo de mi pecho

el amparo de un tierno beso

al calor y fuego de mi lecho.

¡Caray con el clavel!

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Desde el alma Poesía

Mudo…

“Mudo…”

A viva voz…

Mudo quedé de palabra y tinta,

mudo ante el abismo,

ante ti, querida abuela,

mudo ante la sentencia.

Te fuiste cual golondrina,

a ocupar otros campos y jardines.

En esta ocasión, querida amiga,

a tu puesto en el firmamento.

Lucero en la vida, y por el reglamento,

volaste a los confines del universo…

La hora no estaba escrita y sin embargo…

el momento apropiado.

Entre dulces suspiros acuñaste la cabeza,

entre esos instantes de gloria,

te despediste,

incluso batiste las alas, querida Josefa,

flotando entre dimensiones de vida,

para acercarte a decirme…

¡Fernando!, tú siempre has sido mi yerno.

¡Ay, suegra de mi vida!,

abuela de mis hijos,

corazón del mío pecho,

¡cómo me duele ese viaje!

Dios te tenga donde quieres,

yo te tengo….

donde siempre has querido, abuela,

en éste, tu corazón

para ti…

siempre abierto.

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A ellas Desde el alma Día de la madre Poesía

A todas las mías, madres…

“A todas las mías, madres”

Aquí, a viva voz.

Por ti suspiro el aire,

el azahar de la luna,

el perfume del sol

la luz en la noche.

Por ti soy vida,

por tus caprichos,

por el jazmín de tu corazón,

por el amor de la mía madre.

Por ello, a la mía

a la vuestra,

a la del universo,

a la tierra, madre…

Quiero quererte

hasta el fin de mis días,

y aún después del tránsito,

seguir amándote

con el tesón y devoción

de todas las mías madres.

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Desde el alma El espejo Poesía

A la primavera


“A la primavera”

En audio a viva voz

Las estrofas nada quieren decir, si entre ellas no hay poemas,

dicen que están hartas de ser simple prosa,

quieren la música, el sonido de los corazones,

flores que amanezcan cual sol en la orilla del mar, prado o montaña,

desean ser violetas, margaritas, amapolas, flor de mundo y del paraíso,

pájaro libre que vuela con un solo compromiso,

llegar al cielo como versos que riman solo al amor,

inunda y rompe pechos, aroma del cielo, del alba, el lucero…

que por sentirte…,

de amor muero.

Cientos y uno, uno y cientos y si mil por mil fueran,

cientos y un mil versos para la primavera escribiría sin más alevosía

que ser la primera rosa, el primer jazmín, el azahar e incluso…

la rosa de los vientos y la petrificada del desierto

por sentir cada año la misma sensación de éste, tu pecho…

de verdes esmeraldas y cristalinos diamantes,

de joyas, todas ellas consonantes

de besos sin tacto,

y de amor a destajo de esa, tu mirada…

cuando sueño o estoy despierto.

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Como la vida misma

“Como la vida misma”

Un día de cualquier mes del año un coche circula a toda velocidad por la antigua N-2.

El piloto viaja en el tiempose comunica con su yo en el futuro, deja huella en objetos que anima y da vida y sigue su camino yendo desde el pasado al futuro y al presente.

Por el camino se detiene para contemplar la fauna que tanto nos hace daño. Expone las realidades que duelen a uno y otro lado satirizando la escena en una fábula, nadie le hace caso, no es suficiente. La vida ha cambiado tanto desde entonces que decide recrear el Jardín del Edén tal y como lo ve ahora dándole un buen toque al brandy Soberano. Tantea y se va de viaje por tierras andaluzas para descubrir la gloria.

A la vuelta se detiene en la misma villa que antaño descubrió y…

“Como la vida misma” es un libro para disfrutar de 22 relatos, unas veces crónicas y otras sátiras y realidad de la vida donde el humor y la ironía son el ingrediente natural de esa cocina.

Si deseas adquirirlo en papel o formato electrónico… pincha aquí. 

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El transeúnte

Tierno y lánguido yace el camino, amargo y sin alma. Campos de amapolas lucen de rojo teñido el duelo del alba. Solo un pasajero llora en silencio mientras anda el vació.

-Sube al tren de la vida, escucha el amanecer del próximo día. –La voz que le acompañaba.

Cansado y cabizbajo andaba, monotonía que cumplía como promesa al viento que en unas le refrescaba y en otras la sangre helaba.

Un candil al final midiendo el tiempo y espacio sin cambiar la distancia, el eterno viaje de quien no tiene esperanza y sin embargo por tesón, no arroja la toalla.

-Sigue, ya llegará, el destino con otro cuento y buen retoque final –se decía.

El transeúnte de a ninguna parte a la luz del alba cada día llegaba con la misma agonía.

-¡Qué ironía!, siempre brilla el sol, no me calienta y luego da paso a la canícula y al frío intenso que ni siento ni padezco.

-Sube al tren de la vida –vuelve a escuchar en sus adentros.

Mira al cielo, agacha la testa y a su lado contempla el yelmo de un espíritu muerto, descubre que allí nada queda, salvo una senda errada y el fétido olor de un cuerpo descompuesto.

-Cuánto tiempo ha transcurrido y ahora me doy cuenta.

Al fondo aparece un destello, una intensa e inmensa luz ilumina la llanura, le llama sin decirle nada, él sin embargo escucha…

-Sube, sube al tren de la vida.

23 de diciembre 2018

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No hay Don sin…

No hay Don sin…

Agradecido es todo cuánto se pasa por mis sesos, el participio de un verbo que de por sí narra uno de los más puros y altos sentimientos. ¡Sí!, agradecido a la vida por cada uno de los detalles que cada día regalan las estaciones del año. A la esperanza y a los sueños, a las realidades nunca esperadas, al confín de cada punto de todos los horizontes, y cómo no…., ¡al arte!

Al arte de quien por amor comparte y reparte pensando siempre en todos en lugar de en sí mismo, como el Bueno de Guzmán, o Guzmán el Bueno, la entrega de uno en beneficio de todos, o el magno y excelso de Don Pedro, el de Guzmán de México, artista de talento privilegiado que con ese otro “Don”, nos coloca en una compleja situación. Ahora y gracias a él, todos somos Quijotes, andantes damas y caballeros donde el honor es lo primero, que de la honra…, ¡ya, ya hablaremos!, si de lujurias se tratare, ¡por supuesto!, pues no hay mejor camino. Unos vinos, el roce, goce y…, y hasta las tantas contando las estrellas mientras el sol aguarda el nuevo y añorado destino, otra camarada y a vivir el cuento que no se creen ni mis propios caprichos.

Va y viene, va y viene…, ¡vaivenes quisiera, pardiez!, pero de amoríos, unos van otros vienen y jamás nos falte el desvarío. Dulzura y pegamento a base de cariño, consuelo de a pares de corazones, risas por compañía entre nuestros fogones, aplausos a pechos descubiertos, gritos de placer llenos de razones y de resultado siembras de blanca escarcha ente balcones.

Pero no, no caen las brevas de tantas flores, uno se empeña en donar la simiente con celo y sin médicos a dos y mil piernas si necesario fuere, sin pedir nada por ello…, y no, ¡no vienen!

Entender quisiera el humano comportamiento del que tanto da y tan pocas lozanas quieren, ¡no lo entiendo!, menos aún con la calidad del zumo donante, unas a reservas de buena vid sabe, otras a frutas del bosque, arándanos, cerezas y su flor, ¡qué bella, coño!, y yo aquí escribiendo en lugar de ir buscando los vértices unidos de los catetos para calibrar el ángulo perfecto del éxtasis final.

Platero se llama mi compañero de batallas, Capitan Trueno es su alma, Jabato ahí se quedó, todos varones, ¡leches!, y yo, quiero, ¡quiero a Sigrid! y muchas como ella, el próximo no será un coche o carro ¡leches!, será una cocha o carra, a ver si de esta manera y siendo féminas las ruedas vienen las rosas, amapolas, el aroma del azahar y jazmín y el loto, ¡rayos!, esa no, es varón, mejor que sea la hermosa, bella y maravillosa…, ¡lotería!

Con todo ello les digo a ustedes caballeros y a ellas, dulces siluetas de amor repletas, que… no hay Don sin su sabia, ni sabia sin su Don, sino vacíos maltrechos…, por el corazón un varón anda derecho y la damisela siempre manda por decreto y derecho.

A viva voz…

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Solo hay un dueño del tiempo… El tiempo

A Enrique Laso y tantos como él

En el dolor del desconsuelo de quienes sufren el desamparo me encuentro. La evidencia de quien por ser, vuela por sus propios fueros, áurea de quien no entiende que el tiempo, solo tiene un dueño.

Sufro no por quien se fue, sino por los que están aquí dentro, en un corazón duro como el acero ante todo, menos al sufrimiento ajeno.

No soy quien para juzgar, en especial si no entiendo, pero sí como humana persona cuando veo que alguien por ser, de manera voluntaria recorta su estancia, porque quien lo hace con premeditación y alevosía, sabe lo que hace, en especial si luego deja un mensaje que implique a que le sigan.

La vida no es fácil, está llena de baches, curvas e impedimentos, pero en cada esquina, cuando lo quieres ver…, hay un sonrisa, y si no, una flor o árbol que te da cobijo, la misma sombra de un ser inerte que te ofrece la sombra en verano, el portal que te protege de la lluvia en invierno, el aroma de los perfumes, del café, unos churros, chocolate, siempre hay vida cuando quieres sentirla.

Y si ya no puedes ver los manantiales del universo siempre queda lo único, la cosecha que ahora es el resultado de tu siembra, un hijo, y si aún así preparas tu salida…, es que pensabas que solo existías tú en el firmamento.

El cielo tiene luceros, estrellas para el viaje, las que se fugan quedan en un simple destello, de ellas…, nadie sabe

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Desde el alma El espejo Mis cosillas Poesía

A vuestra merced, ¡mi pecho!

Hoy escribo a la esperanza,

al desengaño de  mis sueños,

al llanto amargo del tupido velo.

Hoy canto a las estrellas a la fe y su bonanza.

Gotas de sangre en la almohada,

zumo que agota hasta el silencio,

lágrimas que brotan y no salen del hospicio

de castillos inauditos de una noche soñada.

Son los latidos que en mi pecho rompen

cual crujido de un árbol herido

de quien por amar, su cuerpo corrompe.

Danzad luna, marte, júpiter, danzad a mi vuelo,

dejadme salir de éste, mi entierro

para volver a sentir un árbol nuevo.

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El Duque del Altozano…, no es poeta, solo en cuestiones de bragueta, pero…

… en algunas ocasiones de tinta se le llena la cabeza y no tiene otra salida, que dejar fluir cada letra.

«Para una persona con una espina en el corazón clavada y de dolor…, anclada».

¿Eres tú?

Una flor brilla en la alameda,

no es jazmín pero vuela,

azahar parece cuando se desvela.

Seda al tacto de quien la venera.

Pétalos tiene de esperanza

libres de dueños cuando arranca

son sus filamentos los que mandan

sueños despiertos de añoranza.

En el bosque la encuentras despierta

viviendo el cielo que cierne su alerta,

aún no sabe que ha sido descubierta,

en un mundo bello que tiene cerca.

Consuelo busca en la mar,

océano que surge al andar,

mientras vela el pesar,

del que no supo amar.

Del celo, al miedo a ver,

surgió la polilla del conocer,

corazón partido al anochecer,

Luna que no brilla sin padecer.

Hora va siendo

la que os quite el tormento,

sin más acierto,

que veros salir del infierno.