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Orquídea

“Orquídea”

Bella entre ellas,
de dulzura repleta,
pétalos y amor por meta.
flor y mensaje en una botella.

Hermosa entre las flores,
distinguida por los corazones,
de ambas razones,
y húmedos colores.

Sensual en su misma presencia
épica, lozana e irresistible,
añorada e incomprensible,
muñeca en su esencia.

Clama al cielo de los fogones
llama a la pasión sin antojo,
ternura y razón sin despojo,
elixir de vida y pureza, sus razones.

Del alma sales, orquídea de mi vida
de la tierra, nuestra madre,
del amor de nuestro padres,
del sexo y su bienvenida.

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Homenaje Relatos

A Don José Baró Quesada, el de toda la vida. – «Semblanzas”

A Don José Baró Quesada, el de toda la vida.

Te voy a contar una historia que aconteció ya hace casi quinientos años, quince antes de que Felipe II nombrara a Madrid capital del reino en el que nunca se pone el sol.
Todo transcurrió en una posada situada en lo que fue la antigua muralla árabe, justo en lo que hoy es el palacio Real y cuyo nombre era El Dragón.
Por aquellos entonces el tránsito entre el sur y la tierra del Manzanares era paso casi obligado, a excepción de los que marchaban desde el oeste de Andalucía en dirección Asturias, Zamora, León, Salamanca o Galicia, por lo que a pesar de no ser una población con mucho bullicio, los que la habitaban tenían mucha vida, aceptando a todos los transeúntes como si allí hubieran nacido. De hecho, salvo los villanos y demás delincuentes, nadie se sentía forastero. Éste es uno de los motivos por los que el hijo de Carlos I seleccionó esta villa como idónea para tan importante futuro y responsabilidad.
Eran años duros, en los que los españoles se batían casi por todo el mundo, desde las Américas y Asia hasta Europa, donde los ingleses no nos dejaban vivir en paz y las amenazas constantes de los franceses, turcos, luteranos, calvinistas, altos funcionarios, iglesia y demás cortesanos, no facilitaban las tareas de nuestro regidor. Si no eran galernas que nos hundieran barcos, eran los ingleses y si no los turcos, berberiscos y demás saña.
Esta anécdota que hoy te entrego con gran placer lo hago, y por tanto deseo que prestar, prestes la atención debida, pues si no lo haces no sabrás de qué va la partida. Has de saber que para entender en el tiempo tendrás que desplazarte, y que a medida vaya narrando los sucesos de aquél hermoso día de primavera, la pluma irá según le venga en gana, unas veces bien y otras con verso o sin él, irá tirando de la marrana.
Corría el año mil quinientos cuarenta y seis de nuestro señor, cuando una tarde de radiante sol iluminaba el más bello rostro jamás visto en todos los reinos, los que existían, los que tenían que venir y los que vendrán, pues jamás se vio nada igual en esta tierra que de ninguno es y de la que todos nos apropiamos. Caminando por lo que hoy es la plaza de Lavapiés, iba paseando un caballero español, ¡hidalgo por cojones!, eso decía él y que respondía al nombre de José Baró Quesada, de los de toda la vida. Aquel ilustre soldado de Dios, aparte de su tizona y el quitapenas, también era diestro y siniestro en verbo, pluma y experiencia. Descendiente directo de él es el marqués de Alféizar, que aún vive en estos tiempos y que su justa presencia emana la galantería de su ancestro, así pasa, siempre hay a mano un bocadillo, si no es de jamón, será de caballa, pero que no falte, el apetito es lo que es, una necesidad virtualmente sagaz que viene y se va.
Como te decía, el experimentado y oriundo paseante iba caminando con la vista perdida en la belleza del paisaje, hablando consigo mismo, o a saber con quién, el caso es que lo hacía y así en voz alta transmitía todo lo que por la cabeza le pasaba, a veces eran frases que nadie entendía, pronunciadas en latín, griego, arameo, turco, árabe e incluso en madrileño. Por entonces no existía, pero utilizaba ciertos chascarrillos y entonaciones que fueron mejorando en sonidos y hoy, aún en los tiempos que corren, se hablan en los Carabancheles, Usera, Oporto, Opañel, Rivera de Curtidores, Manzanares, Cuatro Caminos, en fin, en las zonas más castizas de la actual capitanía.
Perdido como iba, mirando al frente sin saber lo que veía o cruzaba por delante de sus napias, no veía ni tan siquiera a sus nichis de siempre, compañeros en las buenas y en las maduras, y ahora casados y a las órdenes de sus contrarias, y es que el tiempo todo lo cambia, a los honrados los torna en pringosos y a estos, en gentes de bien. ¡Qué vueltas da la vida!, antes solteros de buen pecio y ahora en el tajo por falta de talegos. Así son las cosas, unos hidalgos de por vida, y otros calzonazos hasta el último aliento, que si de alares, pañosa y limpia se trata, todo es negociable hasta que lo dice el que mata, pero…, como no hay mujer que no guste de un buen gabán y de su pasta, y sin estos pares no hay piltra para alojar la húmeda y esto, ¡esto sí que no!, faltaría plus.
Urdido en su mundo andaba, ilustrando nuevas formas el verbo, y otras de pluma, lo que decía jamás lo escribía y lo que plasmaba siempre quedó algo desierto de ciertas experiencias amenas y muy discretas, lujuriosas, atrevidas, hasta donde llegue la fantasía, y los ojos, si no entraba por ellos, ná de ná, y así pasó, andaba a sus anchas, marcando el paso como sólo hace un caballero, untado en la entereza de sus formas, de las que hacen de referencia de otros que siguen o persiguen el mismo camino, el del galán que consigue todo lo que pide…, ¡sí!, el codiciado jergón, sin más que aderezando con suavidad y dulzura cálidas palabras que describían con tanta precisión que los artistas de pinceles dejando volar su imaginación plasmaban las majas tanto mejor que teniendo el mejor modelo a dos metros de distancia.
Arriba y luego abajo, andando y desandando la tirada hasta que el cielo se abriera y por fin le diera la divina inspiración que de nuevo le permitiera seguir amando con pasión, sin más historia que sus propios relatos, los secretos que de alcobas tenía y por ser quien era, nadie más que él conocía, cuando sin saber ni cómo ni donde, por qué o de qué manera, vio la luz…, la de su añorada estrella, aquella que soñando día y noche, e incluso trasnochando y versando a otras, él percibía a su lado, como fiel compañera de su melancolía, la del fiero soldado que entregado a las justas, siempre dejaba el campo desolado de sudor y fielmente preparado para otra como la noche anterior.
Radiante era el día y ardiente su melancolía. Visto lo que pudo asimilar, sintió sus fuerzas desfallecer y no era para menos. Piernas largas y firmes, tobillo estrecho, culo perfectamente hecho, senos apuntando al cielo, largos dedos, piel de terciopelo, cabello largo castaño oscuro o claro, o negro o ¡yo que sé! El destello de su áurea no le permitía ver más que dentro de sus grandes luceros, oscuros de deseo, del suyo y de su antojo que por ella, si falta hiciera, quedaría hecho un puñetero despojo.
Tan excepcional fue la impresión que por primera vez no hubo nada que decir, sólo un balbuceo, el resultado de su deseo y del más firme propósito de expresar tan desmesurada y perfecta belleza sin nada que poder decir. ¡Rediós!, mudo quedó ante tanta armonía, serenidad y fresca desenvoltura, tanto como los primeros días de primavera, del rocío que el campo regaba, de esas millones de gotas que siendo todas parecidas, ninguna eran iguales y mira por dónde, caprichos del destino, él que casi todas conocía, delante y sin avisar se le había puesto la más grande y brillante del altar, la diosa de la vida del que está dispuesto y resuelto a morir en lidias de placer y malvasías, tempranillo, cabernet, albariño, garnacha, somontano, cariñena, cencibel y chardonnay si falta hiciera, con o sin aguja, que para estos lares lo primero era aquella bella granuja por la que perdido había la palabra, la honra y lo que falta hiciera, desde la mañana hasta el amanecer, tantas y tantas veces como necesarias fueran duras batallas, entre copas y victoriosas derrotas.
Cuando al final y después de duros intentos consiguió formular algún sonido, de golpe salió todo lo que antes había solo para él ensayado, con una lustrosa, serena y majestuosa reverencia, soltó las primeras palabras de los Madriles de hoy, las chulapas, y los guapos.
Sólo puedo inclinarme ante semejantes vielas, porque os miro los arcais y ganas me dan de besar vuestra muy, darle un buen azote a ese ruler tan bien puesto y quedarme con vuestra húmeda de por vida, ¡qué limones!, que aquí la jeta…, ya la pongo yo, y si no os basta, en el suelo pongo a vuestra disposición la chupa y lo que haga falta, para que sigáis flotando en mi imaginación sin tocar el suelo hasta que este menda os haga ja, con o sin autorización de la contraria. Si fuere necesario demostrar mi valía en los fogones, en la piltra o por cojones, hasta bocadillo os hago de caracoles, pero sin cáscara, vuestra merced bien lo merece, esto y si fuere menester la guerra con Flandes.
Aquellas palabras de prosa no conocida hasta entonces, destrozaron el parapeto y escudo de tan bello y duro corazón cayendo en tan gentiles manos sin resistencia oponer, yendo como una marioneta a donde fuera menester, pero siempre de la capa de aquel arcabucero de puntería concisa y exacta, la del experimentado matachín que de un simple movimiento penetra hasta dejar al vivo sin aliento.
Esta es la historia del por qué ciertas plazas y calles se llaman como se llaman y el motivo de tan extraordinaria arquitectura, en honor y gracias a aquél golpe de inspiración de un caballero español que enamoró hasta la médula a tan increíble doncella. El Camino pasó a ser de Cuatro, el Dragón a Real Palacio, la Vía que unía las confluencias a “La Gran”, y para los moros también quedó algo, que luego no se diga, por eso y después de haber puesto por polvorosa los Pies, siendo por propia voluntad o ajena, siempre les quedó un sitio para lavárselos, y así Avapiés, pasó a ser Plaza donde recurrir en estos casos.
Recuerda esto muy bien, querido nieto, que si perder tuvieras en Madrid un amanecer, que sea por el sueño tras duras disputas con buenas damas o damiselas y en una buena cama, o donde fuere necesario. No siempre el lecho es de plumas, en ciertas ocasiones por valer incluso en la escalera, cualquier sitio si de pica o espada es asunto, siempre envainadas y a punto, limpias las armas, no hay fémina que con buen verbo niegue amoríos, en la suya o en tu casa.

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¡PRONTO, muy pronto! “En clave de prosa y verso” – Sinopsis

Sinopsis

Si deseas escucharlo, pincha aquí

“En Clave del prosa y verso” es un vademécum de sentimientos. Unos adversos, otros al viento, escenas del espacio donde el tiempo confluye con la soledad de un escritor, momentos teñidos de nostalgia, cantos a la desesperanza, cuentos a los sueños, consuelos de mil y un castillos en el aire donde la clave secreta es cualquier corazón dispuesto a ver el interior de un pecho sin coraza.

Páginas plagadas de emociones donde las notas dan música a los acordes, alegorías al cielo con metáforas al vuelo dejándose llevar en el vaivén de las fusas sostenidas entre corcheas, semifusas de colores y “confusas” en el alma de quien plasma el nacimiento en primavera, el amor por las flores y el aroma que desprenden mientras ciñen de amor los estados embrionarios de la pasión por el celo del afecto al amparo y calor del universo.

Un libro mágico para quien desea caer en el paracaídas de la inspiración dando bálsamo a los instantes muertos del interior, contenidos esperando el alba de envases por llenar.

En clave de prosa y verso es música a los ojos, como las melodías lo son al oído, destellos y gráficos directos al centro de la razón y cómo no, la locura de quien cura la sinrazón con estribillos de balanzas en equilibrio.

Si deseais volar in crescendo entre nubes de palabras al ritmo de las notas musicalesdecídmelo aquí, por  favor.

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A ellas Poesía

Cuando se ve una flor

“Cuando se ve una flor”

Se ve una flor en la distancia,

se ve al amparo del sol,

se ve al calor del abismo,

ahí se ve una flor.

Se palpa la magia,

se siente el aroma,

se huele la vida,

cuando se ve una flor.

Se queda en el pecho,

se pierde el sentido,

se vive el silencio,

cuando se ve una flor.

Y si te mira,

si te responde,

si notas esa presencia

cuando se ve una flor…

El corazón se desboca,

el pecho te arde,

y de nuevo todo sonríe

al ver esa flor.

Gracias a Tere y sus viveros de Valdemoro por esas bellísimas fotografías.

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Desde el alma El espejo Poesía

A la primavera


“A la primavera”

En audio a viva voz

Las estrofas nada quieren decir, si entre ellas no hay poemas,

dicen que están hartas de ser simple prosa,

quieren la música, el sonido de los corazones,

flores que amanezcan cual sol en la orilla del mar, prado o montaña,

desean ser violetas, margaritas, amapolas, flor de mundo y del paraíso,

pájaro libre que vuela con un solo compromiso,

llegar al cielo como versos que riman solo al amor,

inunda y rompe pechos, aroma del cielo, del alba, el lucero…

que por sentirte…,

de amor muero.

Cientos y uno, uno y cientos y si mil por mil fueran,

cientos y un mil versos para la primavera escribiría sin más alevosía

que ser la primera rosa, el primer jazmín, el azahar e incluso…

la rosa de los vientos y la petrificada del desierto

por sentir cada año la misma sensación de éste, tu pecho…

de verdes esmeraldas y cristalinos diamantes,

de joyas, todas ellas consonantes

de besos sin tacto,

y de amor a destajo de esa, tu mirada…

cuando sueño o estoy despierto.

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Poesía Sátira Sátira burlesca

“Érase…” “Es war einmal» “«Il était une fois …»”

A un poeta que dice ser poeta y filósofo

En español, francés y alemán

En Audio pincha aquí

“Érase…”

Érase un corazón sin alma,

una pluma a tinta seca

que escribir intentaba versos con sentimiento.

Érase un poeta se decía,

y lo era de páginas vacias,

de rostros mal sanos.

Érase un aprendiz de su filosofía,

de honores encubiertos,

de guadañas oxidadas.

Érase un cálamo

de vanidad sin gloria engalanada

que viendo su triste sombra

arrancaba sembrando versos

del egoísmo de sus entrañas.

Érase un pobre pintor

de batallas olvidadas de a brocha gorda

sobre lienzos de cartón mojado.

Érase un tirano

de a plumín grueso

y papel destrozado.

Érase el que fue,

y se quedó allá

en sus adentros,

un palabrero sin sentido,

tinta y filo de su fiel reflejo.

Érase una cuchilla mellada,

hierro muerto de quien por amistad

ruega paños de alcohol

siembra oscuridad

a la luz de las velas.

Érase un poeta,

la pluma que quedó de él,

el tormento de sus adentros,

un alma sin espejo.

Hören Sie Audio Ich deutsch

“Es war einmal … “

Es war einmal ein Herz ohne Seele,

eine Feder mit trockener Tinte,

versuchte sich an Versen mit Gefühlen.

Es war einmal ein Poet,

und es waren leere Seiten,

von ungesundem Antlitz.

Es war einmal ein Lehrling seiner Philosophie,

von verborgenen Ehren,

von verrostete Sensen.

Es war einmal ein Kiel

mit Eitelkeit, nicht von Ruhm gekürt,

seinen traurigen Schatten sehend

anfängt Verse zu sähen,

über den Egoismus seiner Eingeweide.

Es war einmal ein armer Maler

von vergessenen Schlachten seines groben Pinsels

auf Leinwänden durchnässtem Kartons

Es war einmal ein Tyrann,

mit plumper Feder

und zerrissenem Papier

Es war einmal der da war

und er ist dort geblieben,

in seiner inneren Welt,

ein Schwätzer ohne Sinn,

Tinte und Begrenzung seiner eigenen Reflexion.

Es war einmal eine schartige Klinge,

tödliches Eisen jenen für Freundschaft,

betet um Alkoholtücher,

säet Dunkelheit

im Lichte der Kerzen.

Es war einmal ein Poet,

die Feder blieb ihm,

die Qual seines Inneren,

Eine Seele ohne Spiegel.

Écoutez en français

«Il était une fois …»

Il était une fois un cœur sans âme,

un stylo a l’encre sec

s’essayéa a des vers aux sentiments.

Il était une fois un poète,

et il y avait des pages vides

d’une physionomie malsaine.

Il était une fois, il était un apprenti à sa propre philosophie,

des honneurs cachés,

des faux rouillées.

Il était une fois un calame

avec vanité, pas orné de gloire,

voit son ombre triste

commence à semmer des vers,

concernant l’égoïsme de son intérieur.

Il était une fois un pauvre peintre

des batailles oubliées de son pinceau grocier

sur de toiles de carton, imbibé d’humidité

Il était une fois un tyran,

d’une plume grossiere

et de papier déchiré.

Il était une fois, celui qui était là

et qui resta là,

dans son monde intérieur.

un bavard sans raison,

Encre et limite de son propre reflet.

Il était une fois une lame ébréchée

fer mortel pour ceux de l’amitié,

il prie pour des lingettes d’alcool,

sème l’obscurité

à la lumière des chandelles.

Il était une fois un poète

la plume lui resta,

l’agonie de son intérieure,

Une âme sans miroir.

NOTA: Gracias mi querido amigo y compañero de tinta por esa mano que deja ver el texto en alemán. ¡Gracias Andreas Wist!
Ahora el merecedor de ésta sátira sabe que por encima de la calidad de escritura está la humana.

Danke, lieber Freund und Tintenpartner, für die Hand, mit der Sie den Text auf Deutsch sehen können. Danke Andreas Wist!
Derjenige, der diese Satire verdient, weiß jetzt, dass über die Qualität des Schreibens hinaus menschlich ist.

Merci mon cher ami et partenaire d’encre pour cette main qui vous permet de voir le texte en allemand. Merci Andreas Wist!
Maintenant, celui qui mérite cette satire sait qu’au-delà de la qualité de l’écriture, c’est l’humain.

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Sátira

Burros volando… según la RADL SyR

Para todos los votantes en tiempos de elecciones

A viva voz

Burros volando: Dícese de figuras equinas voladores que aparecen por circunstancias de la hipnosis temporal generada por vendedores de paja y humo.
Fenómeno cíclico derivado de la verborrea de quienes por oficio tienen enormes bolsillos y fervor por dejar sin blanca a pequeños, medianos y grandes pudientes.
Vademécum internacional:
Si ve más de uno, acuda de inmediato al farmacéutico más cercano y pida jarabe de palo, la receta suele funcionar de inmediato con la primera galleta.
Vacunas: Hacerse a la idea antes de. En el caso de ver el primero, cierre los ojos, abra la mente, medite, analice y tras unos minutos el burro pierde las alas y aparece un hechicero de a dos patas de cualquiera de los géneros con facilidad para envolver a base de utilizar y manejar emociones y sentimientos. Comúnmente asociados a embutidos con aceites esenciales de falta de escrúpulos y chorizo de la región de las Malas Artes.
Sinónimos: Vendeburras, vendehúmos, vendepajas, vendeasumadre…, y un sin fin de calificativos que siempre quedan a mano del sufridor después de haber verificado el resultado.
Antónimos: Pensador, analizador, formado, verificador, pisasuelos y realista. Todo aquello que no puede ser.
RADLS: Real Academia de los Sueños.

Aquí continúa.

 
 
 

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Mis novelas

Almas gemelas

Ha llegado “Almas gemelas” El último día del año para despedirse del 2018 con amor y entrar en el  2019 con alegría. Un novela en la que tú podrías ser parte de ella. Si quieres vivir el amor con humor y ver qué pasa con el tren del destino…

Pincha aquí. 

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Desde el alma El espejo Relatos

El transeúnte

Tierno y lánguido yace el camino, amargo y sin alma. Campos de amapolas lucen de rojo teñido el duelo del alba. Solo un pasajero llora en silencio mientras anda el vació.

-Sube al tren de la vida, escucha el amanecer del próximo día. –La voz que le acompañaba.

Cansado y cabizbajo andaba, monotonía que cumplía como promesa al viento que en unas le refrescaba y en otras la sangre helaba.

Un candil al final midiendo el tiempo y espacio sin cambiar la distancia, el eterno viaje de quien no tiene esperanza y sin embargo por tesón, no arroja la toalla.

-Sigue, ya llegará, el destino con otro cuento y buen retoque final –se decía.

El transeúnte de a ninguna parte a la luz del alba cada día llegaba con la misma agonía.

-¡Qué ironía!, siempre brilla el sol, no me calienta y luego da paso a la canícula y al frío intenso que ni siento ni padezco.

-Sube al tren de la vida –vuelve a escuchar en sus adentros.

Mira al cielo, agacha la testa y a su lado contempla el yelmo de un espíritu muerto, descubre que allí nada queda, salvo una senda errada y el fétido olor de un cuerpo descompuesto.

-Cuánto tiempo ha transcurrido y ahora me doy cuenta.

Al fondo aparece un destello, una intensa e inmensa luz ilumina la llanura, le llama sin decirle nada, él sin embargo escucha…

-Sube, sube al tren de la vida.

23 de diciembre 2018

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Desde el alma El espejo Mis cosillas

No hay Don sin…

No hay Don sin…

Agradecido es todo cuánto se pasa por mis sesos, el participio de un verbo que de por sí narra uno de los más puros y altos sentimientos. ¡Sí!, agradecido a la vida por cada uno de los detalles que cada día regalan las estaciones del año. A la esperanza y a los sueños, a las realidades nunca esperadas, al confín de cada punto de todos los horizontes, y cómo no…., ¡al arte!

Al arte de quien por amor comparte y reparte pensando siempre en todos en lugar de en sí mismo, como el Bueno de Guzmán, o Guzmán el Bueno, la entrega de uno en beneficio de todos, o el magno y excelso de Don Pedro, el de Guzmán de México, artista de talento privilegiado que con ese otro “Don”, nos coloca en una compleja situación. Ahora y gracias a él, todos somos Quijotes, andantes damas y caballeros donde el honor es lo primero, que de la honra…, ¡ya, ya hablaremos!, si de lujurias se tratare, ¡por supuesto!, pues no hay mejor camino. Unos vinos, el roce, goce y…, y hasta las tantas contando las estrellas mientras el sol aguarda el nuevo y añorado destino, otra camarada y a vivir el cuento que no se creen ni mis propios caprichos.

Va y viene, va y viene…, ¡vaivenes quisiera, pardiez!, pero de amoríos, unos van otros vienen y jamás nos falte el desvarío. Dulzura y pegamento a base de cariño, consuelo de a pares de corazones, risas por compañía entre nuestros fogones, aplausos a pechos descubiertos, gritos de placer llenos de razones y de resultado siembras de blanca escarcha ente balcones.

Pero no, no caen las brevas de tantas flores, uno se empeña en donar la simiente con celo y sin médicos a dos y mil piernas si necesario fuere, sin pedir nada por ello…, y no, ¡no vienen!

Entender quisiera el humano comportamiento del que tanto da y tan pocas lozanas quieren, ¡no lo entiendo!, menos aún con la calidad del zumo donante, unas a reservas de buena vid sabe, otras a frutas del bosque, arándanos, cerezas y su flor, ¡qué bella, coño!, y yo aquí escribiendo en lugar de ir buscando los vértices unidos de los catetos para calibrar el ángulo perfecto del éxtasis final.

Platero se llama mi compañero de batallas, Capitan Trueno es su alma, Jabato ahí se quedó, todos varones, ¡leches!, y yo, quiero, ¡quiero a Sigrid! y muchas como ella, el próximo no será un coche o carro ¡leches!, será una cocha o carra, a ver si de esta manera y siendo féminas las ruedas vienen las rosas, amapolas, el aroma del azahar y jazmín y el loto, ¡rayos!, esa no, es varón, mejor que sea la hermosa, bella y maravillosa…, ¡lotería!

Con todo ello les digo a ustedes caballeros y a ellas, dulces siluetas de amor repletas, que… no hay Don sin su sabia, ni sabia sin su Don, sino vacíos maltrechos…, por el corazón un varón anda derecho y la damisela siempre manda por decreto y derecho.

A viva voz…